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El número de mayo del National Geographic recomienda como destino «El castañar de Hermisende»

Zamora es uno de los destinos más inesperados para observar fauna ibérica, en especial aves, ciervos y lobos. El viaje naturalista por la provincia debería incluir cuatro enclaves esenciales, de sur a norte: los Arribes del Duero, las lagunas de Villafáfila, la sierra de la Culebra y el lago de Sanabria. Hace unas décadas estos espacios parecían exclusivos de cazadores y los viajeros naturalistas eran una minoría, pero el auge del turismo naturalista ha ampliado la oferta de servicios, que ahora incluye más variedad de alojamientos, guías especializados en fauna, red de senderos y centros de información. 


Los aficionados a la ornitología disfrutarán en los Arribes del Duero con el avistamiento de rapaces como el alimoche y el águila perdicera, y también de cigüeña negra y buitre leonado. En las lagunas de Villafáfila, uno de los humedales más importantes del norte peninsular, la llegada de la primavera ofrece la oportunidad de contemplar la danza nupcial de las avutardas. La floración de brezos y jaras supone también una de las épocas más bonitas para explorar la Sierra de la Culebra, zona de lobos y ciervos que se ha convertido en un imán para el turismo de fauna. Y por último, el inmenso lago de Sanabria, con playas y humedales, y las zonas cercanas a la frontera portuguesa como el castañar de Hermisende. No hay que olvidar la visita a Fermoselle, la capital arribeña, de calles empedradas y bodegas excavadas bajo el suelo en las que se crían vinos sabrosos. Otra visita esencial es Puebla de Sanabria, una parada obligatoria para degustar especialidades culinarias como los habones.


 Fuente: National Geographic