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La Mantanza


Son muchos los historiadores que han hecho referencia a la importancia de la carne de porcino como sustento alimenticio de las antiguas civilizaciones. Cada vez son menos los animales alimentados y sacrificados por las familias para consumo doméstico.

Sin embargo, todavía hay muchas personas en estos pueblos que realizan la matanza manteniendo la tradición. Es a partir del 11 de noviembre (San Martín), con los cerdos ya cebados, cuando se procede al sacrificio de éstos. El día de «a matanza do porco» constituye una fiesta a la que se invita a familiares y vecinos que colaborarán en las distintas tareas, los hombres serán los encargados de sujetar al animal que será sacrificado, encargándose de ello la persona más diestra con el cuchillo.

Una vez muerto, será chamuscado (antiguamente se realizaba con paja, ahora se utiliza un soplete), raspado y lavado hasta que quede totalmente limpio. Tumbado en el banco donde se sacrificó, es abierto para la extracción de las vísceras, posteriormente, se cuelga hasta el día siguiente.

Se lavan las tripas (antiguamente se hacía en el río) y ese día se cocina «a figadeira», exquisito «encebolado de sangre e fígado». En el domingo que siga a la matanza, se comerá un gran cocido, con un buen caldo de berza. A continuación, se despieza; la carne destinada para chorizos, salchichones, «botelos», «alleiras», etc., se deposita en una artesa, que será picada en una máquina de manivela. Después se procede al adobo de ésta, dejándola hasta el día siguiente para que coja bien el condimento, no sin antes probarla para ver el punto de sal. Más tarde se embute en la tripa que se atará y se colgará en varales.

Se cubren algunos jamones, en proporción a su peso, con sal gorda y se colocan en la bodega, poniéndole pesados elementos encima durante semanas para que suelten todo el líquido. Luego serán adobados y puestos a la lumbre.

También se secará el «touciño» y la papada. La curación es un proceso delicado que combina el frío de la helada, con el humo que los secará durante el día. La helada es un elemento fundamental, ya que un exceso de calor haría que la matanza no se curase bien.

El resultado de todo este proceso se convierte en excelentes embutidos que deleitan nuestros paladares. Su elaboración artesana, los convierte en productos de gran calidad, cada vez más valorados, en esta época en la que los grandes mercados están inundados de conservantes y aditivos. Es por ello por lo que todas las personas que disfrutamos de estos productos nos consideramos afortunadas y más aun los que reciben un paquete por navidad, alejados del pueblo en la distancia, pero no en el corazón.