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Hornos de pan






Hornos de pan (O forno)

1ª parte

A diferencia de otras zonas de la península, e incluso de la propia comarca sanabresa, en las que encontramos un importante número de hornos tradicionales situados en el interior de la casa (sobresaliendo su volumen al exterior), dentro del espacio destinado al hogar, en el caso del municipio salvo dos excepciones (horno de la casa rectoral de Castrelos y el de la Quinta de Cancelada, en San Ciprián de Hermisende), el resto de los hornos documentados se ubican en el interior de edificaciones construidas para tal fin, y son propiedad de varios participantes o copropietarios.

De planta rectangular o cuadrada la mayoría, todos presentan cubiertas de pizarra a dos aguas, independientemente de su disposición exenta o anexa en alguno de sus lados a otras construcciones. El único ejemplo de horno con cubierta a una vertiente es O Forno d´Arriba (Horno de Arriba) en San Ciprián. A pesar de presentar tradicionalmente cubierta vegetal, el horno es uno de los primeros edificios auxiliares que se cubre con pizarra, para evitar posibles incendios.

La construcción destinada a horno es extremadamente sencilla y funcional, características de la arquitectura popular. Mantiene en cuanto a materiales y técnicas constructivas las mismas que las referidas a la arquitectura tradicional del municipio, con las particularidades de cada pueblo: piedra de pizarra o de granito, testeros escalonados, caballete de la cubierta definido por lajas de pizarra sobrepasadas alternativamente, etc.

Se disponen dentro de los recintos urbanos, y en los casos excepcionales de casas aisladas, éstas cuentan con un horno propio (A Quinta de Cancelada, en San Ciprián, y la casa de Lombeiro de Val, en Castrelos). Generalmente disponen de un único vano, el de la puerta de entrada, y también un pequeño vano de iluminación y ventilación (buraca), cegado con posterioridad. El sistema de iluminación empleado consistía en faroles o con anterioridad candieiras (tea de erica), rama de urz seca que se consume de forma muy lenta proporcionando iluminación. En el interior de los edificios encontramos: el forno propiamente dicho, ubicado generalmente en una de las esquinas para aprovechar el espacio interior y construido con mampostería de piedra montada con barro; el estrado o mesa para hacer los panes, la pá (pala de madera) para introducir y sacar los panes del horno; el lareiro, o vara de madera larga y afilada para mover la leña y acomodar el fuego, que unido al fachón (rama de escoba) se convierte en barredeiro para limpiar el piso del horno; el sacavicas, instrumento de madera especialmente útil para separar los panes dentro del horno y atraerlos hacia la boca del mismo;..

En Castrelos, además del estrado, en el que se dejaban levedar (fermentar) los panes para introducir a continuación en el horno, encontramos la maseira (mueble indispensable de la casa del municipio), especie de artesa con patas, y en ocasiones con tapa, donde se amasaba y se realizaban los panes. Además, encontramos otro instrumento, una vara de madera con el extremo curvo que recibe el nombre de caxoto, y cuya misión era la de retirar el borrallo (restos de la combustión de la leña, ceniza) por la borralleira.

El horno propiamente dicho era construido por constructores o canteros, está formado por un cuerpo generalmente de planta circular o semicircular (conservamos dos ejemplos de planta rectangular, el situado en la casa de Lombeiro de Val en Castrelos y el horno de la Tía Mª Rosa, en Castromil) sobre el que se dispone la copa del horno, en cuyo interior se introducen los panes. Cuando había que repararlo (fundamentalmente echar barro al piso y enfoscar la copa al exterior), participaban todos los usuarios por medio de un sistema cooperativo. El horno presenta en su frente la boca, vano cuadrangular definido por cuatro sillares enterizos de granito, por donde se introduce y saca el pan. El sillar superior o lumieira recibe también el nombre de paliñeira. La boca se cerraba durante la cocción mediante una tapa metálica, un elemento de metal reutilizado (una lata), o en ocasiones se dejaba abierta, manteniendo algo de leña encendida para conservar la temperatura interior.

La copa o bóveda semiesférica se levanta sobre el lar, piso o suelo del horno (en el que se depositan los panes) que está realizado con varias capas de barro, siempre de planta circular más o menos regular. Algunos hornos presentan el piso reconstruido en época reciente con material cerámico refractario. La copa está formada por falsa cúpula que puede presentar varias formulaciones según la técnica constructiva y materiales empleados. Realizadas todas con piedra de granito montada con barro, la mayoría con mampuestos ligeramente trabajados o sillarejo, mientras que encontramos dos ejemplos realizados por completo con sillería y remate plano (los dos hornos de Castromil), y otros dos cuyo remate se realiza con restos de fragmentos de teja (horno de la casa de Lombeiro de Val y horno propiedad de Paulino Vieyros en Castrelos). La mayoría de las copas se levantan directamente del piso del horno formando una cúpula de media naranja, aunque encontramos tres ejemplos que presentan una base o tambor circular, formado por una o dos hiladas de sillares.

Copa que al exterior se enfosca de barro en todos los casos y adopta una forma cónica, excepto en los hornos de Castromil. Solo hemos documentado dos hornos con chimenea situada sobre la boca por donde sale el humo (Horno de abajo de San Ciprián y Horno de la Tía Mª Rosa de Castromil), ya que lo habitual es que no la presenten, el humo salía directamente por los intersticios de las lajas de pizarra, de ahí que las paredes del mismo aparezcan ennegrecidas.

En uno de sus laterales el horno presenta un pequeño vano que comunica con el piso del horno para eliminar las brasas, recibe el nombre de borralleira.
Su uso exigía un mantenimiento regular, de este modo, periódicamente se procedía a «echarle el suelo», es decir, dar una capa de barro al piso del horno, y también otra muy gruesa para cubrir la copa al exterior. El barro que se utilizaba para la construcción del suelo del horno o lar y el revestimiento de la copa se extraía de los alrededores de las poblaciones. En Castrelos de los lugares conocidos como Carballal y Lombo, en Hermisende de la Agualta y Vergalonga, etc.

2ª parte.

Usos y costumbres

Todos los pueblos del municipio contaban con un número variable de hornos en función de su población, de varios copropietarios o participantes que tenían derecho a su uso (excepto Castrelos, donde todos los hornos documentados son de un único propietario). Sistema de propiedad muy similar al de los molinos, en que «la parte» de un vecino en el horno era heredada de padres a hijos, e incluso objeto de compraventa.

El sistema de uso a diferencia de los molinos, en el que su uso estaba partido, es decir, por cada parte correspondía un día señalado cada cierto tiempo (en función del número de propietarios del molino), el uso de los hornos era por turno o vez. Una familia era la encargada de custodiar el rol o escritura, en el que se relacionaban los copropietarios del horno, de guardar y dejar la llave, y establecer el orden de su utilización. Así, cuando un vecino quería cocer, pedía la vez a dicha familia.

En la actividad de cocer participaba toda la familia, era una actividad muy importante al tratarse del sustento para casi un mes. Mientras el hombre calentaba el horno (roxar o forno) la mujer preparaba la masa en casa. El horno se calentaba con torgos de urz (uz), tardando una hora u hora y media para dicho proceso. Primero se repartían las brasas por todo el lar del horno con el lareiro, cuando estaba caliente, se procedía a barrer el suelo con el fachón unido al lareiro, estando preparado para introducir los panes.

La mujer hacia la masa a base de harina de centeno, agua, sal y levadura. La levadura o formento se obtenía de masa ya fermentada (xa levedada) de varios días. Cuando un vecino hacia la masa reservaba una parte (la ración del formento) para prestarla al vecino que fuese a cocer a continuación. De este modo siempre había una ración de formento disponible para cada vecino. Había que calcular el tiempo que tardaba en fermentar la masa (levedar), tiempo que variaba en función de la temperatura del día, mes, cantidad, etc. para ir preparando el horno. La masa de pan se transportaba de casa al horno en un cesto de mimbre cubierta toda ella con sábana de lino. En La Tejera es curioso como en lugar del cesto se utilizaba una tabla alargada para transportar los panes ya hechos en casa (aproximadamente seis), que se iban colocando sobre el estrado.

La mujer ponía toda la masa en el estrado y hacía todos los panes para un mes. El hombre metía todos los panes (entre 15 y 25 aproximadamente) en una sola hornada por medio de una pala o pá, tardando una hora en cocer. La masa de centeno es de más difícil manejo que la de trigo, cuando la mujer cogía el pan para depositarlo sobre la pala, el/la hijo/a la enharinaba y el hombre la introducía en el horno. Cuando el horno empezaba a estar caliente se metía a cocer un poco de pan aplastado, con forma de torta, que se hacía muy rápido y se comía todavía caliente, para dar a los niños, era la soplica (Hermisende) o abortada (San Ciprián). En el caso de La Tejera era la bola, panes pequeños y redondeados del tamaño de un puño.

Hornos en el municipio.

Se ha documentado en el municipio la existencia de 22 hornos tradicionales, de los cuales ocho se conservan en un buen estado de conservación, cinco presentan unas condiciones aceptables, aunque necesitan una intervención urgente para evitar un mayor deterioro, tres conservan el edificio, pero no los hornos, y del resto (seis) en la actualidad no se conserva ningún resto material.

En Hermisende había cinco hornos de varios propietarios, uno para cada barrio: Sampayo, Barreada de la Iglesia, Forno da Fonte, Fondodevila y Outeiro. De los cuales uno todavía permanece en uso en la actualidad, el de la Fuente, dos muestran un estado de conservación deficiente (Sampayo y Outeiro) y del resto solo queda la cultura inmaterial, destruidos en la segunda mitad del s. XX.

En Castromil existían solo dos hornos de varios participantes o copropietarios, situados en la Plaza del Petril (en el centro de la plaza) y Plaza del Ponce, de los que no se conserva ningún resto material. Pero existen dos hornos de un único propietario que presentan un perfecto estado de conservación, son el Horno de la Tía María Rosa y el Horno de la Tía Fermina.

En San Ciprián de Hermisende se conservan dos hornos, o Forno do cimo do lugar y o Forno d´Abaixo, ambos de varios propietarios. Ambos de grandes dimensiones, el Forno d´Abaixo ha sido intervenido en época reciente, mediante la reconstrucción de la cubierta de pizarra, conserva la chimenea levantada delante de la boca del horno, chimenea que no salía hacia el exterior de la cubierta.

En La Tejera de los tres hornos de varios propietarios con los que contaba el pueblo para hacer el pan, uno en la parte alta del pueblo, otro en los alrededores de la iglesia (O Apartadeiro) y otro en el hondo del pueblo, solo se conservan los restos del Horno del Barrio de Arriba. Su uso se establecía por turno, como en el resto del municipio.

En Castrelos todos los hornos eran particulares, de un único propietario, algunos de los cuales eran utilizados por el resto de los vecinos del pueblo que no disponían de uno propio, a cambio de un bolo, especie de barra de centeno. Estos eran el horno propiedad actual de César López, Paulino Vieyros García y el Forno do Serafín o dos Bernaldois. De los cuales el primero se encuentra en un buen estado de conservación, el segundo necesita una intervención urgente para evitar un mayor deterioro, y en el caso del Forno de Serafín, solo se conserva el edificio en estado de ruina.

Castrelos cuenta además con un horno particular de reducidas dimensiones ubicado en el interior de la casa rectoral, en proceso de restauración y el situado en una dependencia de la casa situada en Lombeiro do Val. Otros hornos de los solo conservamos las edificaciones son los de la Casa de los Luises y de los Martiños.

Redacción y Documentación: Inés Carballal Rodríguez
Técnico Superior del Ayuntamiento de Hermisende