Molinos harineros
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1ª parte: Arquitectura y funcionamiento
Los molinos hidráulicos que encontramos en el municipio responden a la tipología de pequeño molino preindustrial de rueda motriz horizontal (molino de rodezno), que apenas ha sufrido modificaciones significativas durante varios siglos y que nunca fueron tan profundas como para convertirse en instalaciones de carácter industrial.
Las referencias documentales más antiguas que tenemos relativas a estas construcciones en el municipio son de la primera mitad del siglo XIX. En el Diccionario geográfico, estadístico, histórico de España y de sus posesiones de Ultramar. 1845-1850 de Pascual Madoz se hace mención de «algunos molinos harineros» en Hermisende y San Ciprián, «4 molinos harineros» en Castrelos y «4 molinos en decadencia» en Castromil. En el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal (1826-29) de Sebastián de Miñano y Bedoya, en el artículo de Hermisende refiere: «Hay en dicho rio [Tuela] varios molinos harineros para el uso de sus vecinos». La única localidad a la que ninguno de los dos Diccionarios hace referencia respeto a la existencia de molinos es La Tejera, a pesar de contar con cuatro en las orillas del río Gamoneda y uno dentro de la localidad construido a mediados del s. XX.
Solo se conserva un ejemplo de molino con molinero profesional en el municipio (A máquina, en San Ciprián de Hermisende) que utilizaba sistema de maquila, que consistía en un cobro en especie de un porcentaje de la harina molturada. En época estival, con una menor afluencia de caudal, los molinos tradicionales no podían moler suficiente, y si los propietarios no tenían suficientes partes, o derecho al uso de otros molinos, acudían al molino de maquila.
Se trata de molinos movidos por la energía del agua, en los que el artefacto fundamental es el casal, formado por las dos muelas (pedras) superpuestas en posición horizontal, ambas de igual diámetro. Los principales protagonistas en la construcción de los molinos son los propios vecinos que tienen parte de su propiedad, como sucede cuando hay que repararlo (en caso de crecidas, muy habituales), es entonces cuando por medio de un sistema cooperativo todos los usuarios participan en su rehabilitación.
La estructura del edificio es sumamente sencilla, de planta cuadrada o rectangular, una cubierta a dos aguas, mediante una estructura de madera cubierta de paja de centeno tradicionalmente, siendo sustituida por pizarra en la mayoría de los casos en época reciente. Se distinguen dos alturas, el nivel superior que es la sala de molienda, donde se sitúan los mecanismos de trituración, sobre un piso de vigas y tablas o losas de granito, situado siempre a nivel del suelo, y el inferior que alberga parte de la maquinaria fundamental del molino, como el rodezno (rodecio).
La maquinaria dedicada a la molienda se dispone en la sala de la molienda, sobre un banco, llamado estrado, de madera o a veces también sobre losas de pizarra u otro material pétreo y se levanta dos escalones sobre el piso del molino.
Los únicos vanos abiertos en el muro son los de acceso a la sala de molienda y los de entrada y salida del agua. En ocasiones presenta un pequeño ventanuco de iluminación.
Los materiales empleados para la construcción difieren en los diferentes pueblos en función de las canteras locales más próximas como el resto de su arquitectura popular, así en Castromil, Castrelos y La Tejera se utiliza una mampostería de piedra de granito, (utilizando en ocasiones sillares bien trabajados para el dintel y jambas de la entrada y esquinas) mientras que en San Ciprián y Hermisende se utiliza la pizarra y marco de vanos de madera.
Instalación hidráulica
Para aprovechar la fuerza del agua, todos los molinos se localizan en las cercanías de un río (Tuela, Río Pequeño, Gamoneda, Requeixada o de Castromil), interceptando el agua mediante una presa (preseira) y llevándola hasta el molino a través de un canal (caldeira) con una pendiente adecuada, que en ocasiones alcanza una longitud considerable.
Hasta el molino el agua llega por el canal (caldeira) y cae por un conducto fabricado por lo general a partir de un tronco de roble que recibe un nombre diferente en cada localidad: canle, callela, calella, calexa o canella; y acciona el rodezno (rodecio) ubicado en el piso bajo del molino. La canle está colocada en pendiente de mayor diámetro a menor, para dirigir el caudal de agua hacia el rodecio.
En los molinos de Castromil, la calexa, y en el Molino de Ponte Nova de La Tejera, la calella, presenta la particularidad de ser enteramente de granito.
Funcionamiento. Mecanismo de rotación
Los elementos fundamentales del mecanismo de rotación son: la rueda o rodezno, formado por una serie de palas a modo de cucharas radiales, el eje o árbol en el que va sujeto el rodezno y una viga horizontal o puente, donde apoya todo el conjunto.
Los rodeznos de madera son los más antiguos que se conocen, realizados por tablas con forma de cuchara (penas). El rodezno se encaja en la parte inferior del árbol, de sección cuadrada, llamada cabazo. De este modo se sustituía la pena estropeada por una nueva, sin tener que sustituir todo el rodezno. La mayoría fueron sustituidos por ruedas de hierro y los restantes no se han conservado.
Este rodezno o rueda hidráulica horizontal que recibe el impulso del agua traduce el empuje en movimiento rotatorio y lo transmite a la muela superior mediante un sencillo mecanismo.
La parte superior del eje del rodezno consiste en una barra de hierro resistente, la varela, que atraviesa la muela fija del molino y cuyo extremo superior termina en una especie de cruz, en el que encaja la segurella. Se trata de una pieza de hierro que se acopla a la parte superior de la varela, y que se encaja por medio de unos rebajes en la muela superior, sirve para sostenerla y transmitirle el movimiento de rotación del eje del rodezno.
Una pieza muy importante es el buxe, situado en el ojo de la piedra fija, formada por dos medias lunas de madera de grueso y diámetro idénticos al del ojo de la muela. En su centro permite el paso de la varela a través de un orificio. Su finalidad es impedir la pérdida del grano hacia el río.
El extremo inferior del eje del rodezno se apoya sobre un pivote, conocido como guillo, se trata de un canto rodado. El guillo gira sobre una pieza fija llamada porca, también de piedra y de sección cuadrada, que se encuentra sujeta por medio de dos palos llamados cárceles, a una traviesa de madera denominada rairo o aliviadoiro. El aliviadoiro se apoya en el suelo y en un extremo presenta una barra vertical de hierro, la varela do sexto da fariña, que se fija en su parte superior cerca de la muela fija, en el piso de la la sala de molienda, por medio de la cruz o cruceta, que consiste en dos piezas de madera montadas sobre dos cuñas. Este dispositivo permite el alivio o separación conveniente de las muelas, por medio del auxilio de una palanca denominada panca, que se introduce más o menos en la cruz. Al elevarse la cruz eleva consigo el rodezno y la muela giratoria, permitiendo un apurado mayor o menor del cereal, y por tanto una harina más o menos fina.
Mecanismo de molturación
Cada molino está provisto de un solo casal, ambas muelas son cilíndricas, el grosor disminuye a medida que se van gastando, la muela inferior suele tener el doble de grosor que la superior. La piedra de abajo se trabaja mediante unas hendiduras radiales, para conducir la harina hacia las cambas, y la piedra de arriba solo se picaba. Debían ser picadas con frecuencia, ya que el uso las desgasta.
Sobre la piedra superior (3) se encuentra la tolva, llamada tremolla o tremodia (1), donde se deposita el grano, se trata de una caja de madera de forma troncopiramidal invertida. Por la parte ancha y superior de la tolva se deposita el centeno y por la parte estrecha e inferior existe otra abertura por donde cae el cereal, a través de un canal rectangular abierto por el parte superior inclinado denominado callella, canella, calexa o calella.
Para suministrar el grano desde la tolva al interior de las muelas y para evitar que el grano salga fuera del ojo de la muela cuenta con la varela de sextar el grano (varela do sexto do grano), que controla la salida del grano bajándola o subiéndola.
Este canal lleva suspendido un pequeño bastoncito de madera, conocido con el nombre de tarabelo (5), que descansa sobre la muela superior, cuya rotación imprime a la calella unas pequeñas y regulares sacudidas, lo que facilita la caída dosificada del grano.
El procedimiento para recoger la harina consiste en tres piezas de madera de forma semicircular, que cubren la parte superior de la piedra fija, y que facilitaban la salida de la harina hacia la abertura sobre el farneiro, reciben el nombre de cambas (4). El farneiro (6), consiste en una gran caja rectangular colocada al pie del banco de las muelas, capaz de almacenar la harina durante medio día, que era la duración de la hora a la que tenía derecho cada usuario. En la mayoría de los casos de madera, aunque existen ejemplos de granito, especialmente en aquellos molinos en los que el canal que conduce el agua al rodecio es también de granito.
Otro elemento imprescindible en el molino era la escancha o escanchaperna, un palo de madera con forma de tridente, pero con solo dos dientes, que servía para abrir la boca del saco para meter la harina del farneiro al saco con la paleta (de madera y plana).
2ª parte: Usos y costumbres
En los molinos se molía fundamentalmente centeno, que era el cereal panificable que se da en el municipio, y en menor medida también maíz, destinado al ganado.
Los molinos solo funcionaban cuando los ríos llevaban suficiente agua, generalmente desde octubre hasta marzo dependiendo de las lluvias. Periodo que aumenta o disminuye en unos pueblos u otros en función del caudal del río, así los situados en las orillas del río Tuela son los que permanecían durante más tiempo moliendo, mientras que los que aprovechaban el cauce del río Requeixada molían menos meses al año.
En los molinos de un único propietario (Molino de los Luises de Castrelos, molino particular en San Ciprián, Molino de los Basteiros en Castromil, Molino del Tío Santos en La Tejera y Molino de la Faceira de arriba en Hermisende) el sistema de explotación era particular, para el uso exclusivo de sus propietarios.
La explotación de los molinos de varios vecinos, la gran mayoría, era por medio de turnos de todos los participantes, cada propietario disponía de un número de horas al mes. Los vecinos podían tener derecho de uso o parte de la propiedad en varios de ellos, este derecho era heredado de padres a hijos, cada uno sabía en qué molino tenía parte y cuantas horas. Generalmente existía una escritura donde aparecían relacionadas las horas a las que cada vecino tenía derecho en un determinado molino, documento que era custodiado por una familia. Las horas de molino eran fruto de comercio, así las partes eran compradas y vendidas.
Cuando se producían desperfectos considerables, a consecuencia de una inundación producida por la crecida del río (cuando se empelgaba el molino), los encargados de su rehabilitación eran los que tenían derecho a su uso. Uno de los herederos se encargaba de «llamar a penar» (chamar a penar), es decir, convocar a todos los herederos para proceder a su reparación.
Generalmente a cada vecino le correspondía una hora en el molino (medida de tiempo que hacía referencia a 12 horas, durante el día o durante la noche) o dos horas (el día completo) y podía tener varias horas en diferentes molinos. Este tiempo era suficiente para moler el centeno necesario para cubrir las necesidades de toda la unidad familiar durante dos o tres semanas, tanto para obtener la harina para la elaboración del pan para consumo humano como la obtención del salvado (farelo) con el que se alimentaba al ganado.
La persona que se encargaba de llevar el centeno a moler iba por la mañana o por la noche, echaba todo el centeno en la tremolla y el propio sistema de funcionamiento del molino hacía que fuese expulsando de forma continua la cantidad de cereal necesaria para ir moliendo, por tanto, no necesitaba estar al cuidado de la molienda, sino que volvía al finalizar la hora, para recoger la harina. Aunque en ocasiones se acudía al molino para comprobar cómo iba la labor. En el caso de que fuesen dos horas, la persona tenía que volver a la hora para recoger la harina, y volver a llenar la tremolla. Cuando se procedía a recoger la harina al finalizar la hora se decía: «barrer o muiño», y cuando se procedía a echar el grano se decía: «deitar o muiño». Coincidían en esta operación, los propietarios que tenían la hora seguida.
El molino manaba cuando echaba la harina al río, esto sucedía cuando se producía un desgaste del buxe (pieza de madera situado en el ojo de la muela fija) debido a la fricción continuada con la varela de hierro del árbol. Se procedía entonces a pinar o muiño, es decir, se levantaba la muela superior, y se ajustaba el buxe a la varela colocando unas cuñas de madera denominadas pinos.
Una vez en casa la harina se peneiraba, es decir se separaba el salvado (farelo) de la harina con un instrumento llamado peneira (redonda, formada por un aro de madera y tela que hace de tamiz)
El molino era además lugar de reunión y xoldra de mozos y mozas cuando iban a comprobar cómo iba la labor, especialmente de noche, refugio de contrabandistas, etc.
Cuento del Molino de Abajo (Conto do Muiño d´Abaixo)
«Vino un señor que sabía hacer molinos y trató con el pueblo para hacer uno y se pusieron manos a la obra. Hicieron el molino y le pagaron lo que trataron, pero el señor no dijo como tenían que pararlo. El primero que fue a «deitar o muiño» echó el grano y lo puso a moler, al día siguiente cuando fue a «barrer o muiño» ya había terminado de moler y las piedras echaban chispas una contra la otra. Dijo entonces: «esto e cosa do demo o das bruxas». Fue a casa del alcalde que reunió a todo el pueblo, llamaron al cura y bajaron en procesión al molino. Cuando entró el cura en el molino, hizo unos responsos, pero seguía en funcionamiento. Entonces dijo «xa que non respetas a miñas palabras vais a respetar a miña corona», acercó la cabeza a las piedras y se la arrancó. La gente entonces escapó y una vieja a la altura del canal tropezó y se cayó en él, parando el molino. En lo sucesivo cuando querían parar el molino cogían una vieja para trancar el canal».
Horacio Rodríguez Fernández. Este cuento aparece también recogido en soporte sonoro en Sanabria. Música Tradicional. Vol. 29, nª 19, de la colección La Tradición Musical en España, dirigido por Pablo Madrid Martín, Alberto Jambrina Leal y J. Manuel González Matellán. Centro de Estudios del Folklore. Zamora, 1986 (CD del 2003)
Molinos documentados
En Hermisende se ha documentado la existencia de ocho molinos, cinco sobre el río Tuela y tres sobre el Río Pequeño (O Pequeno). Son, remontando el cauce:
a) Sobre el Tuela:
- Molinos de la Faceira de arriba y de abajo (Muiños da Faceira d´ arriba y d´abaixo).
- Molino del Carrizal (Muiño do Carrizal, compartido por vecinos de ambos pueblos).
- Molino del Salgueiral (Mouño do Salgueiral).
- Molino del Miedo (Muiño do Medo)
b) Sobre el Arroyo Pequeño:
- Molino Piornedo (Muiño Piornedo).
- Molino de AS Pontes (Muiño das Pontes).
- Molino de la Fraga (Muiño da Fraga)
En San Ciprián los vecinos recuerdan seis molinos, todos sobre el río Tuela, remontando el curso del río son:
- Molino del Carrizal (Muiño do Carrizal)
- Molino de Veiguiña
- Molino de Abajo (Muiño d´Abaixo)
- Molino particular muy cercano al anterior.
- Molino de máquila (A Máquina).
En La Tejera se conservan restos de cinco molinos hidráulicos en el río Gamoneda, todos comunales, remontando el cauce del río son:
- Molino de Ponte Nova (Muiño da Ponte Nova)
- Molino Nuevo (Muiño Novo)
- Molino de La Chemena (Muiño da Chemena)
- Molino de Sarabella (Muiño da Sarabella)
- Molino del Tío Santos (Muiño do Tío Santos), particular, situado en el casco urbano.
En la actualidad se conservan en Castrelos tres molinos harineros, dos en los que tienen parte la mayor parte del pueblo (Molino de Moro Muerto -Muiño de Mouro Morto- y Molino de la Era – Muiño da Aira- ) y uno particular (Molino de los Luises), aunque los más mayores recuerdan otros dos molinos más que dejaron de estar en funcionamiento hace más de medio siglo, el Molino de la Vega (Muiño da Veiga) y el Molino de la Canada (Muiño da Canada).
Había siete molinos comunales sobre el río Requeixada, cuatro pertenecientes al Castromil zamorano y tres al Castromil gallego. Debido a las uniones matrimoniales entre vecinos de uno y otro pueblo, algunos vecinos del Castromil zamorano tenían parte en los molinos que pertenecían al Castromil gallego, ya que además eran los que estaban más cerca de la población.
Los pertenecientes al Castromil castellano son, remontando el curso del río:
- Molino de Guetas (Muiño de Guetas)
- Molino de la Fraga (Muiño da Fraga)
- Molino del Prado (Muiño do Prao)
- Molino de los Tamairois (Muiño dos Tamairois)
Los más mayores recuerdan también el Molino Viejo (Muiño Vello), pero ya abandonado. Además, se conservan en Castromil en la actualidad dos molinos particulares que se encuentran en funcionamiento situados dentro del núcleo urbano aprovechando la canalización del agua para el riego, son el Molino de Cabeciño (Muiño do Cabeciño) y el Molino de los Basteiros (Muiño dos Basteiros)
La mayoría de los molinos indicados se encuentran en estado de ruina, de muchos tan solo queda el arranque de los muros, sobre todo los situados en las orillas del río Tuela, debido a una gran riada que los destruyó a finales de los años 80 del s. XX. Los que se encuentran en mejor estado de conservación son los citados de Castromil, todavía en funcionamiento. Los Molinos del Miedo y de Mouro Morto conservan todavía la edificación y algunos elementos de su maquinaria.
El Ayuntamiento de Hermisende, consciente del valor documental de dichos bienes patrimoniales está trabajando en la elaboración de un proyecto que pretende rehabilitar y dar a conocer este tipo de ingenios hidráulicos.
Para ampliar información
ALONSO GONZÁLEZ, Joaquín Miguel. El molino. Boletín Informativo Diputación de Zamora, nº 35. Monográfico dedicado al Parque Natural del Lago de Sanabria. 1988.
GARCÍA TAPIA, Nicolás. Molinos tradicionales. Temas didácticos de Cultura Tradicional. Fundación Centro Etnográfico Joaquín Díaz.
GUTIÉRREZ GARCÍA, José Luís. Usos del río: los molinos. Boletín informativo sobre ríos. InfoNAYADE. Núm. 1. Año 2004.
DE LLANO CABADO, Pedro. Arquitectura Popular en Galicia. O Muiño, págs. 313 a 335. COAG, 1983.
MORÍS MENÉNDEZ-VALDÉS, Gonzalo. Ingenios hidráulicos históricos: Molinos, Batanes y Ferrerías
REYES MESA, Jose Miguel. Tecnología y arquitectura popular. Los molinos hidráulicos en la provincia de Granada. Gaceta de Antropología, nº 16, 2000. Universidad de Granada.
Redacción y Documentación: Inés Carballal Rodríguez
Técnico Superior del Ayuntamiento de Hermisende